Me Comenzó a Apasionar la Lactancia Materna desde que Comencé a Conocer Más de ella en la Liga De La Leche.
Al estar embarazada de José Pablo, tenía muchas dudas si sería capaz de dar lactancia
materna. Entre los muchos comentarios, algunas personas decían que los varoncitos son
comilones y siempre hay que complementarles con fórmula. No tenía mayor información
en el tema y a menos de una semana que naciera él, con mi esposo descubrimos los
grupos de apoyo de la Liga de la Leche y asistimos. Ese primer grupo bastó para tener la
convicción de querer dar lactancia exclusiva a mi bebé.
José Pablo nació por parto natural justo en la semana 40 de embarazo. Nació de bajo
peso a causa de un “nudo verdadero” en su cordón umbilical y eso había sido la causa de
que él no recibiera todo el alimento que necesitaba. Aunque varias veces pedí que me lo llevaran, no me lo llevaron hasta las cinco horas de nacido, sin ninguna razón clínica justificada y lamentablemente durante este lapso le dieron fórmula sin mi consentimiento, solo bajo autorización del pediatra. Esto interfirió en que él tuviera un buen agarre al pecho - no podía amamantarlo de un lado y usando pezoneras creí haber tenido la solución, pero causó otros problemas, pues luego ya no se agarraba de ninguno de los dos pechos sin las pezoneras. Con bastante paciencia y constancia, nos costó unas dos semanas lograr que se pegara directamente al pecho y de ahí hasta alrededor de los seis meses él mamó perfectamente bien. Sin embargo, justo en ese mes, la presión del pediatra a causa de su bajo peso comenzó a hacerme dudar de mi lactancia.
A pesar de estar informada, sentí en algún momento que mi leche era la del problema.
Recibí comentarios como: “la lactancia no es para todas” y que lo importante era que mi
bebé estuviera bien, dando a entender que lo mejor era darle fórmula para que ganara el
peso que se esperaba. Recibí de regalo tres botes de fórmula del pediatra y al salir de la
clínica me sentí muy triste y frustrada, hasta con ganas de llorar. Intenté darle la fórmula
mezclada en su comida, pero me sentía muy mal conmigo misma y decidí donarla a un
orfanato.
Ya que estos sentimientos me invadieron, busqué ayuda y una líder de LLL muy querida
me apoyó en esta etapa. Me hizo confiar nuevamente en mí y en mi capacidad de
alimentar a mi bebé solo con mi leche, pues realmente mi bebé estaba sano aunque no
ganara el peso que el pediatra esperaba. De ahí hasta un poco antes de los dos años José Pablo fue amamantado. A la fecha sigue siendo delgado y es un niño muy sano.
Resulté embarazada de José Andrés al año y medio de José Pablo, sentí la llamada
“agitación de la lactancia” desconocida para mí en ese momento. Era un rechazo
inexplicable al amamantar a José Pablo debido a cambios hormonales a causa del
embarazo y esto fue lo que me hizo tomar la decisión de comenzar con el destete, aunque mi ilusión en un principio hubiera sido dar lactancia en tándem.
Con José Andrés, mi parto natural se adelantó dos semanas de lo previsto, pero nació
sano y sin complicaciones y pude experimentar el poder amamantarlo dentro de la
primera hora de vida sin que se interfiriera con mi lactancia. También pude estar con el
todo el tiempo en el hospital pues pedí alojamiento conjunto. Esto realmente fue una
experiencia maravillosa para mí, ya que con José Pablo no me lo habían permitido y yo
desconocía que podía exigirlo, pero con José Andrés me informé, hablé previamente con
el pediatra que lo recibiría e indiqué que le daría lactancia exclusiva y que me apoyara en
que se respetara mi decisión en el hospital en que nacería. Gracias a Dios así fue.
José Andrés fue amamantado exitosamente desde el primer día, hasta casi los 3 años,
momento en el que por decisión mía, comencé con el proceso del destete. Durante todo
este tiempo, no presentamos ningún problema con la lactancia.
Hoy por hoy, puedo ver los beneficios de la lactancia materna en mis hijos, que ya no son
unos bebés, pero que gozan y seguirán gozando de ese regalo que les pude dar, pues son dos niños muy sanos. Es increíble que hasta el momento hayan sido contadas las veces que hemos visitado al pediatra por alguna otra razón que no fuera por sus chequeos médicos de rutina o por vacunas.
Al final puedo decir que esta herencia de “oro líquido” ha valido la pena.
Alejandra Pérez de Macal.
Mamá de José Pablo de 8 años y José Andrés de 6 años. Líder desde 2016.
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