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La información nos empoderó

Tengo un hermoso sobrino de 8 años.  Cuando él nació, mi cuñada “no tuvo leche"; no teníamos información, así que el bebé tomó fórmula.  Con frecuencia estaba enfermito del estómago y se le cambiaba fórmulas constantemente.  Cuatro años después, tuve a mi bebé y, como trabajo media jornada, tenía la idea de dar fórmula en la mañana y pecho en la tarde.  Nació mi nena y le dieron fórmula; me dolían tanto los pechos que llegué a pensar que no estaba hecha para amamantar.  A los pocos días mi bebé empezó a tener alergia en la piel.  El pediatra le cambió las fórmulas una y otra vez y ninguna le gustaba, eran cada vez más caras y ella no las tomaba y si la obligaba a tomarlas, vomitaba; tenía mucho reflujo.  Si le daba el pecho, ella era feliz, dormía bien y sin reflujo.


Mi nena fue diagnosticada con alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV) y el pediatra me dijo: “No hay otra solución, tiene que quitarle el pecho, a menos que usted tome sólo agua pura, porque esos poquitos de pecho que le da le hacen mal.  Y por eso no acepta las fórmulas.”  Yo le dije: “Haré dieta, porque la nena se va a morir de hambre, porque no quiere las fórmulas.”  Al pediatra no le pareció la idea, pero me dejó un listado donde yo sentía que prácticamente sólo debía tomar agua pura.


Yo lloraba mucho, me sentía deprimida e impotente y las noticias sobre el COVID me tenían asustada. Entonces una amiga de la capital (yo vivo en el interior del país) me llamó, me dio el número de una amiga que es líder de Liga de la Leche y me dijo que ella podía ayudarme.  Sin perder el tiempo, mi cuñada y yo le llamamos.  Ella fue una bendición, por teléfono me enseñó a ponerme a la bebé, me escuchaba, me daba ánimos, llegué a amar la lactancia porque entendí que era lo mejor para mi pequeña.


En un grupo de apoyo virtual de Liga de la Leche aprendí que en caso de enfermarnos de COVID la mejor vacuna para mi bebé era la lactancia y me sentí agradecida, emocionada y alegre de dar pechito.  Con el tiempo, perdí la comunicación con la líder de Liga de La Leche.


Durante todo este tiempo mi cuñada estuvo acompañándome. Luego conocí a un médico pediatra gastroenterólogo que me ayudó a complementar a los 7 meses con preparados especiales (incaparina, haba, avena, etc.).  Mi nena nunca más tomó fórmula.  Mi nena tomó lactancia materna hasta los 2 años y 8 meses porque ella así lo decidió.  A los 2 años mi cuñada tuvo a su segundo bebé.  Con la información que ya teníamos iba empoderada a su parto; llevaba una cucharita en lugar de pacha.  A pesar de que el bebé fue prematuro, no tomó fórmula y ahora con 2 años sigue con lactancia materna y el nene está muy sano, grande y hermoso.


Lo más maravilloso es que ahora el consejo que damos en los Baby Showers consiste en dar lactancia materna, porque se ahorran trabajo, enfermedades y dinero.


¡Sí se puede! Gracias a la información que obtuve en Liga de la Leche Guatemala, estaba empoderada con información en mi segunda cesárea (fue mi decisión porque padezco de ansiedad).  Desde que nació mi bebé, solicité alojamiento conjunto y que me lo colocaran al pecho lo antes posible. Los médicos dijeron que esperara a que pasara la anestesia y que mientras tanto le iban a dar fórmula, pero mi esposo no lo permitió (ya iba empoderado también) y cuando se retiraban las enfermeras, me lo ponía al pecho frecuentemente.  Trataron de convencerme a que le diera fórmula, porque mi bebé no mojaba los pañales al segundo día.  Finalmente, al tercer día me bajó la leche de tal manera que él mamaba de un pecho y me chorreaba el otro.  


Gracias a Dios mi bebé toma lactancia materna exclusiva.  Ayer cumplió 3 meses y está sano. Siempre recordaba lo que había aprendido en los grupos de apoyo de Liga de la Leche; que sí soy capaz de amamantar, porque si fui capaz de cuidarlo en mi vientre, también puedo alimentarlo con mi pecho. 


¡Ten mucha confianza en ti!  ¡¡Tú PUEDES!!


Arely Aguilar




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