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¡El colecho ha sido mi mejor amigo en mis lactancias!

Conocí Liga de la Leche por medio de mi suegra, quien ya me había hablado de su trabajo como líder antes de casarme. Estando embarazada ella me compartió valiosa información de parto y lactancia, y también me hizo la invitación a participar en los grupos de apoyo. Sin embargo, por falta de interés de mi parte, nunca asistí a un grupo durante mi embarazo. Lamentablemente llegué a mi parto poco informada pensando que todas las decisiones las delegaría al equipo médico, lo que llevó a una serie de intervenciones que ahora considero innecesarias, desencadenando que el trabajo de parto se estancara y terminó en una cesárea de emergencia por meconio. A pesar de ello y el hecho de que en ese tiempo aun los hospitales no eran tan amigables con la lactancia, mi esposo estuvo con la bebé todo el tiempo.


Él estaba cien por ciento convencido en defender la lactancia materna por la experiencia vivida en su casa y todo lo que había aprendido de lactancia con su mamá y su hermano pequeño, así que no se separó de ella para evitar que le dieran biberón, por supuesto en contra de las recomendaciones de médicos y enfermeras. ¡Mi esposo es definitivamente una muestra de la huella que una madre líder puede dejar en sus hijos! A las dos horas tenia a la bebé conmigo sin haber probado una gota de nada, y pude amamantarla y tenerla conmigo toda la estadía hospitalaria (previo algunas discusiones con las enfermeras).


Las siguientes dos semanas fueron difíciles, ya que en la casa de mis papás, donde vivía en ese entonces, no sabían nada de lactancia, por lo que recibía comentarios erróneos todo el tiempo que me hacían dudar. Admiro lo respetuosa que fue mi suegra, ya que me daba algunas recomendaciones cuando llegaba a vernos, sin embargo nunca me presionó de ninguna forma, sino que esperó que yo como madre pidiera ayuda, justo lo que nos enseñan en Liga.


Después de dos semanas con pezones muy agrietados y adoloridos, con el apoyo de mi suegra logramos superar esta dificultad y al mes teníamos una lactancia totalmente establecida. Pero faltaba un detalle, todos me decían que NO debía dormir con la bebé, porque si no nunca la sacaría de la cama. Así que a los dos meses estaba que me jalaba los pelos de cansancio ya que mi Rebeca era una bebé totalmente normal que mamaba de día y de noche cada dos horas. Para ese entonces ya había asistido a mi primer grupo de apoyo, donde las líderes muy amablemente me recomendaron probar hacer colecho, y mi suegra, claro, también me decía que lo intentara para ver si así descansábamos mejor.


Así que una madrugada fría, muerta de cansancio, decidí dejar a mi bebé en la cama conmigo. ¡Fue la primera noche que ambas dormimos mejor! ¡Desde ese día el colecho ha sido mi mejor amigo en mis lactancias! Ahora con mi lactancia establecida y todo marchando viento en popa, se acercaba el día en que debía regresar al trabajo.


Mi mente estaba totalmente dividida, mi esposo me decía que me apoyaba en lo que yo decidiera. Mi suegra me invitó a asistir a un grupo de apoyo donde hablaron del tema. Al final, Mariana, que dirigía ese grupo, se acercó a mí para resolver mis dudas de banco de leche, pero además presentarme otras opciones. Recuerdo que sus palabras parecía que me abrían otro mundo: “Has pensado qué pasaría si te quedas con tu bebé? ¿Has considerado llevarla contigo al trabajo? o si valdría la pena tomar una pausa en tu vida laboral para estar con ella?”


Parece lógico ya haber pensado en ello, pero que alguien más me lo presentara como una opción, fue clave fundamental para tomar la decisión de quedarme en casa. Sentí tanta paz en mi corazón al tomar la decisión, que cuando fui a presentar mi renuncia, mi jefe me dijo: “La veo tan feliz que no tengo nada más que desearle lo mejor”. Creo que eso era lo importante, que esa fue la decisión que a mí me hacía feliz.


Concluimos la lactancia hasta los tres años y medio con Rebeca, procurando un destete respetuoso propiciado por mí. Nunca dejé de asistir a los grupos de apoyo, la lactancia se volvió parte de mí, me apasionó poder ayudar a otras mamás que llegaban a los grupos como algún día llegué yo. Cinco años después me convertí en líder de la Liga de La Leche, cuando faltaban pocos días para que naciera mi segunda hija Raquel, con

quien tuve un hermoso parto natural. Fue una odisea encontrar al personal de salud que me apoyara al tener una cesárea previa. A los siete meses de embarazo decidí cambiarme de ginecólogo, ya que todo lo que me decía apuntaba a terminar en otra cesárea.


Mi suegra nuevamente fue pieza fundamental para encontrar al ginecólogo y pediatra que mea poyaron para cumplir mi deseo. Con Raquel mi historia fue muy diferente: Apego inmediato, lactancia la primera media hora de vida, alojamiento conjunto. Los primeros días tuvo ictericia por lo que tuvimos que hacer fototerapia en casa sin interrumpir nunca la lactancia. Después de esto, tuvimos una linda relación de lactancia hasta los cuatro años y medio. Mi tercera hija, Ana Cristina, nació siete años después de Raquel yo estando en cuclillas en mi habitación del hospital.


Fue una experiencia extraordinaria de parto natural acompañada de mi esposo, mi suegra y del personal de salud idóneo. Al día de hoy llevamos cuatro años y medio de lactancia y aun sin señales de destete, aunque las tomas son más que todo antes de dormir y al levantarse. Estoy segura que sin Liga de La Leche en mi vida, no hubiera llegado hasta aquí.

Gracias Liga! Muchas gracias Co-líderes!

Betzy Castro





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