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Lesly Guzmán Bobadilla de Mejía

LACTANCIA y NEURODESARROLLO


La lactancia es la experiencia sensorial más rica en el comienzo de la vida, necesaria para afinar y estabilizar algunos de los circuitos cerebrales genéticamente diseñados.

La lactancia es la experiencia sensorial más rica en el comienzo de la vida, necesaria para afinar y estabilizar algunos de los circuitos cerebrales genéticamente diseñados.

El cerebro se moldea con la información genética, con la información que se va produciendo con el desarrollo corporal, las oportunidades y especialmente con las señales que recibe del entorno familiar y cultural. La lactancia no sólo le da los nutrientes necesarios para su desarrollo sino que contribuirá a darle el mejor comienzo por tratarse de una experiencia rica en estímulos sensoriales, que afinan y estabilizan los circuitos cerebrales genéticamente diseñados. De allí radica la importancia de que el bebé mame inmediatamente después del parto, de ello dependerá la mayoría de las veces el éxito de la lactancia y la relación del niño con su madre desde el punto de vista psicológico y fisiológico, es por eso que este momento inicial es trascendente por el resto de la vida. Independientemente de que el parto sea vaginal o cesárea madre e hijo no deben ser separados, si las condiciones de salud de ambos lo permiten, debido a que la primera hora de vida el reflejo de succión es más fuerte y el niño está más alerta por lo que es el momento idóneo para empezar la lactancia.

El bebé al nacer después de 9 de meses de gestación es un ser inmaduro que tiene que completar su formación, por lo que tiene que ser alimentado y cargado de una forma especial. Especial porque sus necesidades fisiológicas de hambre, calor, limpieza, etc. serán satisfechas a través de los cuidados amorosos de su madre, es decir que el bebé nace con otras necesidades no menos importantes que las fisiológicas, éstas son el contacto físico y el afecto. El cuerpo del bebé recién nacido está diseñado para obtener de su madre todo cuanto necesita para sobrevivir y para sentirse bien: alimento, calor, apego; el bebé en el contacto cuerpo a cuerpo con la madre desconoce la necesidad de hambre, frío y soledad.

En los brazos de su madre y bebiendo su leche el bebé aprende que el mundo es bueno, sabe que su primer objeto de amor, su madre, lo ama, él ama a todos los seres que forman parte de la humanidad junto a su madre, podría decirse entonces que la lactancia es el primer antídoto contra la violencia.

Estudios científicos han demostrado que el contacto piel con piel repercute no sólo en la seguridad que el bebé necesita, que se traducirá más adelante en una actitud positiva ante los problemas y en su sociabilidad, sino también en su sistema inmunológico y en la producción de moduladores químicos necesarios para la formación de neuronas.

El apego que es el vínculo por excelencia, es el lazo afectivo que el niño establece con su madre primeramente, este es fortalecido con la lactancia y llega a ser la base para establecer nuevos vínculos de apego a lo largo de la vida los cuales sostendrán aspectos emocionales, afectivos y psicológicos de la persona. Corrientes modernas dieron una idea errónea de que un niño va a malcriarse por permitirle estar cargado o succionar a demanda, nada más equivocado ya que de esta forma hay aproximación con el hijo, contacto físico y contacto visual enriquecida cuando el padre se involucra en los cuidados de crianza, llamándola los científicos la sinfonía tríadica.

De esta misma forma sucede con los aprendizajes ya que el cerebro necesita de los afectos para aprender, este resulta ser un gran motivador y facilitador, el niño por amor a sus padres va a tratar de ir alcanzando sus potencialidades, y así vendrán nuevos afectos, nuevos apegos y esa proximidad con los suyos es lo que lo llevará a mundos por descubrir.

La felicidad de un niño en brazos y succionando es la forma de bienestar más completa e idílica que existe por lo que los esfuerzos por proteger los primeros mil días de vida del nuevo ser (desde la concepción a los 2 años de edad) son oro para moldear el cerebro del bebé por lo que la madre, la familia, los profesionales de la salud y la sociedad entera deben proteger celosamente este periodo de la vida para gozar en un futuro próximo de personas más equilibradas y estables emocionalmente.

Lesly Guzmán Bobadilla de Mejía

Líder Liga de La leche Guatemala

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